Otro
titular de periódico me pone de mala leche, no por lo que dice sino por lo que
todo el mundo calla: “ 57 céntimos la hora por construir el estadio de Qatar
2022. Centenares de obreros
inmigrantes del campo de Al-Wakrah cobran 171 euros por trabajar hasta 30 días
al mes, según revela 'The Guardian'.
Cuantos
golpes, cortes, fracturas, quemaduras, hernias, envenenamientos, muertes, etc.,
costarán los dichosos estadios de futbol de Catar para el mundial de 2022.
Nunca echan cuentas para ver si con el sufrimiento previsible vale la pena
construir semejantes moles para el ocio. Si quisieran hacerlas no se
construirían de la forma que lo están haciendo.
Es
un país en guerra contra trabajadores de países como Nepal, Filipinas, India o
Sri Lanka. Más de 1200 muertos hasta el momento y
se espera terminar los estadios con una cifra que rondará los 4000, no cuentan
los inválidos y lesiones no invalidantes. Ha habido guerras con muchos menos
muertos.
Esto
no es como consecuencia de unas pequeñas deficiencias en prevención, esto es
por la esclavitud a la que se somete a los trabajadores, que dicho de paso
están ahí porque en sus países de origen las condiciones de trabajo son peores.
Y es promovido por el Jeque Hamad al Zani, emir de Catar por la gloria de un
golpe de estado que dio sobre el anterior mandatario, su padre, Jalifa bin
Hamad al Zani. Un país en el que viven 2.000.000 de personas, pero solo 250.000
son ciudadanos. Los ciudadanos de Catar no pagan impuestos.
Lo
peor es el silencio de los países “civilizados” ante los horrores de los que
son capaces de realizar los hombres de Catar, ante el régimen laborar que
mantiene este país que es la esclavitud y que fomenta sin tapujos y ante el
futbol que le perdona todo.
Hay
que dejar de ver futbol, esto no es bueno para nadie.
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